Allí permanecen inmóviles con sus extraños e irrepetibles brazos al aire mirando una línea perfecta que, según estudios antropológicos e historiográficos, fue construida de manera artesanal por los pueblos originarios que habitaron la zona.
A esta línea se la ha bautizado como la Recta del Tin Tin y no es otro que el camino que atraviesa el Parque Nacional Los Cardones, desierto de cactus y cardones que fue declarado área protegida para promover su preservación en el tiempo.
Los cactus sirvieron durante años como alimento y fuente de agua tanto para los animales como para los hombres y mujeres que habitan desde tiempos inmemoriales esta región. Quizá por ello todavía son venerados y respetados como si se tratase de un símbolo sagrado.
Trazada a tres mil metros de altura sobre el nivel del mar, la recta mide aproximadamente veinte kilómetros y su diseño comenzó en pleno período incaico, cuando empezó a formar parte de uno de los caminos que los incas tomaron para conquistar otros territorios.
Sin la presencia de elementos de precisión tecnológicos, el trazado de la recta del Tin Tin fue de todas formas perfecto. Y lo sigue siendo.
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