En plena zona cordillerana, un rancho de adobe, con piso de tierra y techo de chapa, se convirtió en el sitio obligado de los habitantes al que acuden en busca de ayuda de todo tipo.
A Pascha no llegan cartas. Muy de vez en cuando aparece un médico. No hay agua potable, energía eléctrica, ni siquiera un centro de salud donde consegir un analgésico para atenuar el apunamiento. No pasan colectivos ni hay bicicletas.
El valle de Pascha (voz quechua que significa "Paz") está a 120 kilómetros de la ciudad de Salta, en la zona cordillerana del departamento Rosario de Lerma, a 3.800 metros de altura.
Desde el camino sinuoso, los potreros delimitados con cercos de piedras servirán para la invernada de los animales, que aún no bajaron de los cerros. Cuando esto ocurra, Pascha albergará a veinte familias, algo así como 200 personas.
Antes de que lleguen las duras nevadas, los pobladores acopiarán sus pequeñas cosechas que envuelven en pajas y guardan en pozos. Hacen charqui (carne salada secada al sol) y quesos que trocan entre ellos. Lo que les queda lo venden cuando bajan a Campo Quijano.
Las anécdotas de los lugareños se mezclan con la desgracia y la penuria. Por una emergencia, se camina ocho horas atravesando las agrestes montañas, ascendiendo hasta los 4.000 metros, para bajar a la Estación Ingeniero Maury (Ramal C-14), donde son atendidos por los gendarmes.
En el cementerio hay 23 sepulturas, 20 son de niños que no alcanzaron a tener atención médica.
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