Un viaje por la Puna salteña hasta el pueblo kolla de Tolar Grande y visitar algunos de los rincones más extraños, enigmaticos y cautivantes ademas de apartados del país, como el Desierto del Diablo y los Colorados, además podes llegar hasta el salar de Arizo y visitar el cono de Arita.
El pueblo de Tolar Grande está casi escondido en uno de los rincones más áridos –llueven 100 mm. por año–, más deshabitados –0,3 hab/km2– y más aislados de la Argentina. Se llega en un viaje de 9 horas desde la capital salteña, pasando de los verdes paisajes del valle de Lerma a la sequedad más extrema y la ausencia casi total de vida animal y vegetal. Pero esos inhóspitos paisajes tienen como contraste un colorido como quizás no haya otro en el país, un exotismo de formaciones geológicas dignas de otro planeta, y una riqueza cultural autóctona muy singular. Por eso esta travesía andina es un gran viaje en el sentido clásico del término, donde uno sale al encuentro de panoramas desconocidos y de personas con un modo de vida y creencias que tienen muy poco en común con nuestra cotidianidad.
Y de repente descubrimos en la parte baja de un valle al pueblo de San Antonio de los Cobres, rodeado de cumbres que sobrepasan los 5500 metros.
A partir de San Antonio de los Cobres entramos en la Puna, esa dura superficie plana que no se quebró al surgir los Andes y se elevó junto con ellos hasta los 3500 metros, conformando una árida altiplanicie con suaves ondulaciones.
A partir de allí comenzas a descender hasta el pueblo de Olacapato –4120 m.s.n.m.– cuyos 100 habitantes viven en casas de adobe que brotaron de la tierra alrededor de una estación de tren ya abandonada.
La planicie del Desierto del Diablo está rodeada por cerros sedimentarios del precámbrico también rojizos, que le otorgan un aura surrealista a este paisaje bautizado así por los habitantes de Tolar Grande porque muchos aseguran haber visto allí sombras en la noche. Y ya en la década del ’40 muchos mineros vieron siluetas oscuras sentadas en una piedra llamada La Mesa. Al dejar atrás el valle rojizo pasamos sin transición a otra dimensión extrema, en este caso de una blancura absoluta que irradia del Salar del Diablo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario