El paisaje del área, que comienza en el centro mismo del Parque Nacional Los Cardones colabora para que la fantasía humana vuele.
Un paisaje maravilloso rodea al viajero que se aventura en la Cuesta del Obispo, se interna en la Recta de Tin-Tin, atraviesa el pueblo de Seclantás y llega a la vera de la laguna de Brealito. Parece un paisaje de otro mundo.
En la década de los ’80, un equipo del diario El Tribuno hizo un reportaje sobre la laguna de Brealito, y recogió testimonios que no han sido olvidados hasta el día de hoy.
En aquella oportunidad, un agente de policía, oriundo de Seclantás, ya fallecido, conocido como el Gringo Guzmán, realizó el relato detallado de una aparición que le quitó el sueño hasta el final de sus días.
Amante de la pesca, solía ir seguido a la laguna, que se encontraba a 24 kmts. de su domicilio. En esta oportunidad, se dispuso a pasar la noche al borde del enorme estanque que posee una forma caprichosa y está rodeado de montañas minerales, y que en su ala sur se estrecha en medio de un callejón de rocas.
Encendió su lámpara y se ubicó bajo un gigantesco algarrobo negro (especie característica del microclima húmedo de ese lugar, con tierras rojas y cardones verdes). Lanzó el sedal, y de pronto las aguas se agitaron y sintió un chapoteo, algo grande y pesado se movía....., la curiosidad pudo más y trató de ver de qué se trataba...., y justo en la frontera entre la luz de la lámpara y la oscuridad, creyó ver una figura oscura de grandes dimensiones, pero la imagen fue fugaz. Como no llegó a entender bien lo que pasó, decidió calmarse, y luego de un rato, se dispuso nuevamente a seguir con la pesca. Cuando se disponía nuevamente a lanzar la línea, las aguas comenzaron a agitarse, esta vez con más violencia, y el chapoteo se hizo intenso, no necesitó tomar su lámpara esta vez: una figura gigantesca había emergido a pocos metros de él, y pudo distinguir lo que luego contó que era como un gigantesco reptil o un descomunal pejerrey, con lomo escamado. Horrorizado, el hombre huyó corriendo y cayéndose varias veces. Aunque, contaba que una vez repuesto del primer impacto, trató de tranquilizarse y volvió a recuperar sus pertenencias, que encontró totalmente empapadas, pese a estar a una distancia de cuatro metros del agua, como si una ola gigantesca las hubiera cubierto.
La laguna de Brealito está rodieada de una que otra casa donde viven los lugareños, no hay más de 10 viviendas. Muchos en Seclantás aseguran que el lugar está lleno de testigos de las cosas extrañas.
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