"Nuestro destino de viaje nunca es un lugar, sino una nueva forma de ver las cosas.!

jueves, 8 de abril de 2021

Castillos en medio del campo, La Candelaria, Lobos, Buenos Aires



La insólita y elegante silueta de un castillo neorrenacentista francés se levanta, apenas oculta tras un bosque que diseñara el paisajista Charles Thays, en el corazón de una finca de la pampa argentina donde también se crían caballos de polo. Es la imponente estancia La Candelaria, coronada por torres con tejas de pizarra donde se refugian misterios y largas historias familiares. “Es una rareza, pero también el fiel reflejo de lo que fue la Argentina a fines del siglo XIX. Era entonces la séptima potencia del mundo, gracias a un modelo agroexportador que benefició a la zona rural por la producción de alimentos muy demandados por los países europeos.







Eso hizo que muchos argentinos de clases pudientes, los que tenían campo, pudieran hasta vivir en Europa manteniendo su producción agropecuaria en el país.
“Así nacieron estas grandes estancias, como se las llama en la Argentina, y se justificaban construcciones tan lujosas o raras para la geografía del país como un castillo francés ‘en medio de la nada’. A mediados del siglo XIX esto era aún frontera con territorio indígena y en un ensayo inicial de explotación pecuaria estos campos se poblaron con ovinos.





Candelaria era Candelaria del Mármol, esposa de don Orestes Piñeiro, que cambió el nombre original del lugar en homenaje a su mujer, quebrando la ley según la cual deben respetarse los nombres originales del campo so pena de atraer la mala suerte
¿Fue o no fue así? Lo cierto es que ni Candelaria y Orestes tuvieron hijos. Y tampoco los tuvo Rebeca, la niña que adoptaron cuando se supieron que no podían concebir.


A partir de 1904, empezó a intervenir en el cuidado de la estancia don Manuel Fraga, que se casaría con Rebeca y dio un gran impulso al establecimiento, premiado por sus ejemplares de ovinos y caballos de carreras. Fue él quien, con ayuda de expertos, hizo construir el castillo de La Candelaria a partir de 1894.


Mientras tanto, Rebeca fundó una colonia de vacaciones para niños pobres y al morir, en 1940, dejó todos sus campos a su cuñado Roberto Fraga, salvo el casco y la colonia de vacaciones.
Sin embargo, estos edificios volvieron finalmente a la familia, que los intercambió por las tierras a la hermandad religiosa que los había recibido como legado.
Desde entonces, la historia de La Candelaria conoció otros vaivenes familiares, hasta que sus dueños actuales fueron, a fines de los años 90, pioneros en la apertura de sus puertas al turismo. Hoy funciona como hotel, donde se pueden revivir las costumbres de antaño en las habitaciones originales del castillo, recorrer el frondoso bosque y, según la leyenda, cruzarse con alguno de los ocho fantasmas que se dice viven en el lugar.










Quienes hoy la visitan también quedan impresionados por los muebles originales, las grandes arañas de cristal, los pisos de roble y la capilla votiva que conserva las tumbas de los fundadores de la estancia. Las habitaciones del castillo, a la que se suman otras dependencias de campo más modernas y un curioso molino, permiten revivir la experiencia vital del siglo XIX y efectuar a solo 100 kilómetros de la vibrante Buenos Aires un viaje a la sociedad y las pausadas costumbres de otro tiempo. Además, es posible tomar clases de polo y asistir a las demostraciones de danzas y destrezas gauchas que combinan el lujo europeo con las tradiciones criollas.










martes, 6 de abril de 2021

Playa de los Hippies, un lugar para descubrir en Cuesta Blanca, muy cerquita de Carlos paz. Córdoba

 


Cuesta Blanca nos regala este punto serrano bellísimo, aunque este paraje tiene muchos condimentos que complementan al lugar.

La localidad está ubicada justo antes de las Altas Cumbres, sobre la vieja RP 14, nos propone mucha naturaleza, donde encontramos una diversidad de árboles y hierbas nativas, aromas únicos y una variedad de aves que son parte de circuitos de avistajes.





Las caminatas son la gran opción en la visita, recomendado hacer un recorrido a la vera del río San Antonio.


A medida que uno anda por sus calles de tierra, va sumando panorámicas en las retinas, uno de ellas el Diquecito. Es una construcción de piedra, que forma varias cascadas, allí se encajona el río San Antonio y la postal es bellísima. Desde acà es donde comienza practicamnete Playa de los Hippies. enemos distintas formas de llegar a nuestro destino idílico, caminando o navegado una parte del río desde el diquecito.





Si es caminando lo haces desde el paredón, aunque no es lo que les recomiendo, ya que puede ser peligroso.


La otra manera es transitar un sendero demarcado, son unos 20 minutos, el cual de ida es dificultad baja, aunque la vuelta se puede complicar un poco.


Podemos sortear la caminata utilizando el servicio de botes que está disponible a lo largo del día, este transporte tiene costo (consultar).
Para mi la mejor opción es el sendero. Luego de una bajada, hacerla con cuidado, ya que la superficie de las piedras es resbaladiza, nos encontramos con una arboleda, una cascada central muy bonita, unos metros más y te encontrás con la playita de arena.






Lo primero que me llamo la atención, a la derecha, una construcción bastante rústica y precaria, es la del ermitaño que hace varios años habita en el sector.


Naturaleza en estado puro, pajaritos, playa y el Río San Antonio, aunque parece apacible y un espejo, tiene su fuerza en su paso por el cauce.


Más allá de que siempre aconsejan tener precaución con el sol al no haber sombra natural ni artificial, hay un grupo de arbolitos hacia arriba por ende tranquilamente podemos dejar la mochila y pertenencias en alguno de esos lugares.







El lugar es ideal para caminarlo hacia los 4 puntos cardinales, así que si estamos dispuestos a sumar otra experiencia de viaje no duden de ir río arriba, con mucho cuidado y sorteando piedras.


Los que visitan la playa son hiperamigables, hazte nuevos amigos, escucha música, disfruta pero con responsabilidad.


Se puede acampar, es importante saber que no hay ningún tipo de asistencia artificial, por tal motivo, recomendado, llevar todo lo necesario para quedarte unos días.