"Nuestro destino de viaje nunca es un lugar, sino una nueva forma de ver las cosas.!

jueves, 14 de noviembre de 2019






Quien no ha estudiado historia y a los Diaguitas, se acuerdan, tambien recuerdan cuando dibujabamos 
su construcciones. 

No les parecen familiares todas éstas imágenes. 

Este lugar existe y se encuentra en Jujuy.



San Francisco de Alfarcito,

En medio de un cordón montañoso, a más de 3500 metros sobre el nivel del mar, algo más de 150 personas viven en casitas sencillas de adobe y piedra, con techos de waya (torta de barro y paja), en medio de la escasa vegetación de la Puna jujeña. Así es Alfarcito, una localidad de origen prehispánico que impacta por la belleza y sencillez con que se funde con el imponente paisaje. Este pueblito está ubicado a 170 kilómetros de San Salvador de Jujuy y a 96 de Abra Pampa.



Cuando llegas a San Francisco de Alfarcito la primera vez, viajando por la puna jujeña, intuís que algo especial flota en el ambiente. No era para menos: todo lo que vas descubriendo y recorriendo al caminar por las calles era una invitación a querer conocer más, a saber más de ese increíble lugar.

Una sensación de calidez que parecía reinar en el trato y la convivencia de sus habitantes, plasmado en el trabajo comunitario y la organización interna de la comunidad, parecen un claro ejemplo de gestión colaborativa y participativa y cómo los ancianos transmitien las enseñanzas para picar piedras y construir los lugares de vivienda.




















LA CALIDAD DE LAS CONSTRUCCIONES DE PIEDRA

Los constructores de Alfarcito tienen un conocimiento detallado sobre sus modos de edificar, que son inseparables de un conjunto de saberes más amplios en los que involucran otros aspectos propios de la vida de la comunidad. Esta conjunción de saberes y técnicas constructivas heredadas de sus antepasados, expresan una arquitectura de elevada manufactura que no excluye procesos de actualización. La selección de las piedras, las formas, el encastre, la paleta de los colores y texturas, definen fachadas y mosaicos de gran belleza.






EL PROCESO DE CONSTRUCCIÓN

Al escasear el agua, muchas piedras se asientan en seco, es decir, no requieren de mortero. En este caso, las piezas seleccionadas son más regulares permitiendo mejor asiento entre ellas; a este muro lo denominan "pirca seca". En el caso de la "pirca húmeda" se utiliza la piedra bola, que se encuentra muchas veces en los cauces de los ríos. Esta presenta el inconveniente de emplear gran cantidad de mortero para llenar los huecos entre las piezas, ya que está erosionada.

Alfarcito se encuentra a los pies de un gran cerro de piedra laja, de gran dureza y caras lisas, lo que posibilita tener la materia prima a mano. Esto le da a sus construcciones un carácter sustentable y de fuerte identidad. Sus muros de piedra se levantan sobre un cimiento también de piedra, que tiene generalmente 40 cm de profundidad y es corrido, conformado por piedras de grandes dimensiones para distribuir la carga a soportar.








Tanto las piedras como la tierra que se utiliza para realizar la torta de barro, y los cardones para la estructura del techo y la paja, son parte del paisaje, conformando una unidad estética identitaria.

Los techos de torta de barro se comportan de manera eficiente térmicamente ya que el calor que reciben durante el día a través de los rayos del sol, lo transmiten durante la noche al interior de la vivienda, compensando la poca termicidad de la piedra que no absorbe la temperatura exterior.

EL CONJUNTO URBANO- ARQUITECTÓNICO

El perfil de las calles mantiene una escala y proporción de gran armonía y, salvo la escuela que tiene techo de chapa, todo el conjunto mantiene una unidad estética de gran atractivo con torta de barro y paja en los techos. El interior de las viviendas muestra un modo particular de construir el espacio, donde todo está en función de la cotidianidad, plasmada en referencias como el fueguero, la piedra sobresalida del muro para el morral, las hornacinas, las repisas, la mesa, y los vanos en las paredes para ventilación.

Una vez más, la arquitectura se presenta contenedora y transmisora de mensajes y emociones; una arquitectura que define en un espacio la vida misma.





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