El campo de tulipanes de Trevelin, la increíble explosión de colores que solo dura un mes en el año.
En la Patagonia argentina, entre el 1 de octubre y el 6 de noviembre, se produce el crecimiento de los bulbos de las 30 variedades de esa flor que cultiva Juan Carlos Ledesma. Un espectáculo maravilloso que sólo se puede ver treinta días al año.
El paisaje de una alfombra de flores colorida como un arco iris y los picos andinos nevados del cerro Gorsedd y Cwmwl detrás es tan estupendo que hasta los holandeses, los más grandes expertos en tulipanes del mundo (en sus granjas crecen tres mil millones de bulbos por año), quedan extasiados cuando visitan las tres hectáreas y media que cultiva Juan Carlos Ledesma de esa flor. Y eso que la primera vez que los invitó dijeron “pero nosotros ya tenemos tulipanes…”. Sucede en Trevelin, provincia de Chubut, donde durante octubre tiene lugar la temporada de crecimiento de los bulbos. Dura poco, apenas un mes, y es otro espectáculo maravilloso que ofrece la Patagonia argentina.
El cultivo de tulipanes tiene un fuerte arraigo en el sur de nuestro país. El pionero fue un habitante de apellido Sharrig, que comenzó con una pequeña plantación al estilo holandés en la región de Cholila hace 60 años. Lo siguieron, en Esquel, René y Carmen Eggman y un señor de apellido Gualco. Pero no fue hasta 1976 que se inició la producción comercial de los bulbos en Trevelin.
Cada primavera, este rincón de Chubut se transforma en un arcoíris natural con más de cuatro millones de flores. Un destino que combina naturaleza, historia galesa y emoción a flor de piel.
Apenas comienza octubre, el aire de la Patagonia se llena de color y movimiento. En Trevelin, un pequeño pueblo del noroeste de Chubut, el invierno cede paso a una de las postales más esperadas del año: el Campo de Tulipanes. Lo que antes era un simple mosquetal hoy es un espectáculo de la naturaleza que atrae a miles de visitantes. Cuatro hectáreas cubiertas por más de cuatro millones de flores al pie de la cordillera y convierten este valle en un verdadero jardín natural.
Desde la ruta 259, conocida como “la ruta galesa”, ya se adivina el contraste de tonos que interrumpe el paisaje patagónico. Los colores vibran en hileras perfectas y se reflejan en los cielos diáfanos del sur: fucsias, amarillos, lilas, blancos y naranjas se combinan en una sinfonía visual que parece sacada de un cuadro impresionista. El viento frío baja de las montañas y se mezcla con el aroma de la tierra húmeda. Cada paso dentro del campo invita a detenerse, respirar y mirar con calma.
El Campo de Tulipanes nació en 2014 como un emprendimiento familiar y, con el tiempo, se convirtió en un fenómeno turístico que cambió la dinámica del pueblo. Hasta entonces, Trevelin concentraba su movimiento en los meses de verano. Pero desde la apertura del campo, octubre se volvió el mes más esperado. La floración, que dura apenas cuatro semanas, marca un nuevo calendario para la comunidad, que se prepara para recibir a miles de personas que llegan de todo el país y también del exterior.
El crecimiento fue vertiginoso. En cada temporada, las cifras de visitantes se multiplicaron, impulsando la gastronomía, el hospedaje y las excursiones en la región. Hoy, el campo es un símbolo de esfuerzo, resiliencia y amor por la tierra. Los Ledesma, la familia detrás de este proyecto, rediseñan cada año el terreno para presentar nuevas combinaciones de colores y formas. Así, la experiencia nunca es igual: el campo cambia, se reinventa y sorprende, siempre con el mismo objetivo, emocionar a quien lo visita.
La floración de los tulipanes es un proceso que combina precisión y paciencia. Durante el invierno, los bulbos se plantan y se dejan reposar bajo el frío extremo del sur. Con la llegada de la primavera, la temperatura comienza a subir y las flores se abren en un despliegue progresivo que alcanza su punto máximo entre el 15 y el 30 de octubre. En esos días, el valle se vuelve una explosión de tonos y el horizonte parece encenderse.
El escenario natural es imponente: montañas que todavía guardan nieve, un cielo que cambia de azul profundo a gris tormentoso en cuestión de minutos y un paisaje que emociona incluso cuando llueve. Muchos turistas aseguran que el espectáculo se vuelve aún más mágico con las gotas cayendo sobre los pétalos, cuando el color se intensifica y la tierra respira con fuerza.
Además de su belleza natural, el campo ofrece distintas experiencias para disfrutar el entorno. Los senderos permiten recorrer el lugar a paso tranquilo, con zonas de descanso, miradores y una confitería donde se puede probar la tradicional gastronomía galesa. También se celebra la Fiesta de los Tulipanes, a principios de noviembre, un evento que despide la temporada con música, feria de artesanos y propuestas gastronómicas locales.
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Es un mimo al alma y una explosión de alegría en el corazón ver qué nuestro país tiene tantos lugares hermosos que ofrecernos, gracias Hugo por compartir esas vivencias tuyas con nosotros, nos enseñas que no hace falta viajar al extranjero para deleitar nuestras vistas, sos muy generoso con todos, gracias por llenar nuestros corazones con tan bellas imágenes!! Dios bendiga cada paso de das !!!
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