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sábado, 12 de noviembre de 2022

El increíble arroyo turquesa escondido en Barreal SAN JUAN

 


Se hacen salidas grupales para conocer este impresionante lugar. Toma su nombre debido al color azulado de sus aguas.
Es un lugar espectacular, bien sanjuanino, ubicado en el corazón cordillerano. Se llama "Arroyo Turquesa", en clara alusión al tono de sus aguas, que adquieren ese tono por los minerales que contiene, en especial por el cobre. Este impresionante paisaje se puede descubrir en Barreal, Calingasta y para conocerlo hay que dedicarle unos días de treakking.





Casi como si no debiese estar ahí, entre los matices marrones y grises de la cordillera el ojo encuentra un espejo de agua turquesa, su color increíble y vibrante es tan contrastante con el fondo neutro que cuesta creer que su tono sea de origen totalmente natural.

Dónde se encuentra

El Mercedario, el monte que lo acoge, es la cuarta cumbre más alta de América. El arroyo está ubicado a 3.800 metros sobre el nivel del mar y su color se debe a la presencia de cobre que tiñe las piedras del fondo y así adquieren esta tonalidad.





En medio de la naturaleza y la inmensidad de los Andes, la aventura empieza apenas se pone un pie en Laguna Blanca, punto del que parte el trekking guiado, desde ahí comienza un recorrido de tres días entre tierra colorada y aire de montaña que ya vale la pena por sí sólo.


Para llegar hay que tener resistencia y muchas ganas de hacer una caminata extensa. El recorrido va cortando el camino por medio de las agrestes montañas sanjuaninas a más de 3.000 metros de altura. Hay un refugio, Guanaquito (3.600 msnm) donde parar y hacer noche antes de retomar la travesía a primera hora de la mañana siguiente.


Por el camino se pueden apreciar los hilos de deshielo que se despliegan desde su punta, entre ellos el Glaciar el Caballito, que se cruza en la caminata y es donde se encuentra la naciente del Arroyo Turquesa. Al llegar al agua coloreada y serpenteante todo tiene sentido. Llegar a la meta es una recompensa por dos razones, porque es un festín para los ojos y porque es el momento de relajar las piernas cansadas.








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