Es una parada mágica en el viaje por la ruta 60
El tramo del recorrido tiene 15 kilómetros: las formaciones naturales, las pintorescas tonalidades y la naturaleza están combinadas en un solo lugar.
la zona angosta atraviesa la Sierra de Narváez y cuenta con extraordinarias paisajes que encandilan a más de uno. Al internarse en la ruta 60, ya se empiezan a apreciar los coloridos cerros y las geoformas compuestas de diversos materiales.
El lugar está a 2500 metros sobre el nivel del mar y una de las primeras cosas que impactan en las retinas es la intensa erosión de las piedras, que dan como resultado las tonalidades características. Si bien predomina el rojo, los matices son contrastables y hasta se pueden apreciar formaciones más blanquecinas. El mundo mineral adorna el ambiente, pero también hay una vegetación variada y las especies cactáceas toman su lugar.
Algunas elevaciones poseen características inéditas: el famoso Cerro Triangular, una de las grandes atracciones del sitio, tiene forma de pirámide natural. Durante el periplo por la quebrada, además, se pueden ver los refugios construidos en función de los trabajos realizados en los alrededores para la colocación de asfalto: debido a las condiciones de la zona, las viviendas no abundan.
Desde la ruta también es posible divisar el río Chaschuil, proveniente de la Cordillera de los Andes, así como los vestigios del camino utilizado por la comunidad aborigen que habitó allí en otros tiempos. Parte del gran camino del Inca que atravesaba la región pasó por ahí y, finalmente, se desmanteló sin abandonar algunos toques distintivos para construir la carretera.
Aquellos que tuvieron la chance de tomar postales advirtieron que, en las montañas, aparecen algunas dunas de arena de impactante tamaño: el paso estrecho entre los relieves le abre paso poco a poco a los cañones a medida que uno se aleja de las Angosturas. Posteriormente, ingresamos al camino de ripio que nos lleva al balcón de Pissis.
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