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sábado, 30 de marzo de 2024

La hermosa Iglesia de San Mayol, Buenos Aires


 Uno de los lugares que quería conocer un pequeño pueblo en el medio del campo, ubicado en el partido de 3 Arroyos, a unos 15 kilómetros de la ciudad.

Lástima que el día haya estado nublado, por momentos lloviznaba, pero cuando uno viaja no puede elegir el clima. igualmente el gris plomo del cielo le da un toque particular al lugar. como mas triste, abandonado e imaginar como la gente puede vivir en estos lugares, para muchos puede ser deprimente, pero creo que si sos feliz, no importa el lugar.











San Mayol es un típico pueblo de la llanura pampeana, surgido en torno al ferrocarril. Su fundación se dio con el paso del primer tren.

La historia del pueblo está muy vinculada a la familia que donó las tierras para el paso del ferrocarril. Desde sus orígenes, miembros de la familia han vivido y proyectado su actividad económica en el pueblo y la región, y aún hoy sus descendientes habitan en la zona.

Lo que convierte a San Mayol en un pueblo único, a pesar de su origen común con el resto de los pueblos de la provincia, es sin dudas su estilo arquitectónico. Quien visita San Mayol queda asombrado al encontrar edificaciones de la primera mitad del Siglo XX, aún en pie, con un marcado estilo europeo, distribuidas en menos de 10 manzanas, que es la extensión total.













Felipe Mayol de Senillosa era un importante estanciero que en 1895, cuando el asedio indígena había pasado al olvido, tras la Conquista del Desierto realizada por el presidente Julio Argentino Roca, compró 24 mil hectáreas de campo en el partido de Tres Arroyos. Estaba casado con María Luisa Cramer -una distinguida dama de la aristocracia porteña que costeó la construcción del Convento de las Carmelitas, en La Plata- y alternaban sus días entre Buenos Aires y París, donde se educaron sus hijos.


Los campos de Mayol se fueron poblando con arrendatarios que llegaban desde Italia, Dinamarca y Holanda, escapando de la grave crisis que asolaba a Europa. Con el trazado de la línea ferroviaria que unía Lobería con Tres Arroyos, San Mayol comenzó a ser el centro de encuentro de los campesinos a los que se sumaron los pasajeros que llegaban en el tren.

Desde 1919, el ingeniero civil Julio Argentino Jorge Mayol, uno de los hijos de don Felipe, comenzó a administrar los campos que su padre poseía en la pampa bonaerense y se convirtió en el urbanista por excelencia de San Mayol.


Construyó el hotel, unas casas que el trazado de la calle hizo que quedaran al revés y la imponente Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, a pedido de su madre, que contiene en el interior la figura de un Cristo tallado en madera, traída especialmente desde París.


Don Felipe murió en 1926 y sus campos se repartieron entre sus herederos. Así llegó a San Mayol, Francisco de Masferrer, que mandó a edificar un caserío igual a los que escoltan las callejuelas de Cataluña, con balcones de hierro forjado y glorietas sobre sus techos. Aquí vivieron varias familias, estaba la sede del Club Social y Deportivo San Mayol y funcionaba la Salita de Primeros Auxilios.

El lugar se fue poblando y en 1947 llegó a tener 263 habitantes, dos hoteles, clubes, la Cooperativa Agrícola San Mayol, el almacén de ramos generales Tavelli, escuela, teléfonos y hasta surtidores de nafta.







Los bailes eran famosos y nunca faltaba la excusa de recaudar fondos para la cooperadora del colegio, del jardín de infantes, del club o del equipo de fútbol. Alrededor de la cancha se reunían automóviles que llegaban a alentar a los jugadores locales o visitantes y el partido era una fiesta.

Pero desde que la estación de ferrocarril desapareció, las calles de San Mayol están solitarias y las ovejas pastan alrededor de la Iglesia, sobre las vías y en las esquinas; es que ya ni carnicerías hay.























martes, 26 de marzo de 2024

Iglesia San Marcos, Orense, Buenos Aires


Un día nublado, frío y después de una noche de tormenta y lluvia, fue la escusa perfecta para pensar que no iba a ser un día de playa. Por eso decidí ir hasta la localidad de Orense que está a pocos kilómetros de Claromecó.

Me gustan estos días así, preparar algo para el desayuno, conocer una nueva localidad, y disfrutar de un almuerzo.

El día arrancó nublado, pero rápidamente comenzó a despejarse y con una temperatura sumamente agradable.







La Parroquia San Marcos, es un hermoso lugar con una connotación histórica especial para la comunidad local. La iglesia se destaca por su estado de conservación y su importancia para las personas de fe. Es un excelente sitio para conocer y un espacio para la reflexión espiritual. Es un punto de referencia para la comunidad local y un lugar de hermosa arquitectura e historia.







Las características arquitectónicas están marcadas por un estilo colonial que se caracteriza por mezclar elementos de las creencias españolas monoteístas, con algunos de la cultura indígena.

El interior es un “homenaje a la sobriedad”, con sus formas despojadas de ornamentos, sus sólidos muros blancos, sus baldosas coloradas tan típicamente coloniales, sus techos en pendiente con tirantes de madera a la vista, y bovedilla de ladrillo también pintada de blanco, que van delimitando los distintos espacios que la componen.
Destacándose los valiosos “vitreaux” de sus ventanas, muy bien conservados, y la belleza de su Altar Mayor. Las perfectas proporciones de los espacios de la Nave Central y las Naves Laterales hacen que al permanecer en ella el espíritu se reconforte.






Cabe destacar el campanario, que ofrece una fácil lectura desde el exterior, por las características de la torre, que alberga una campana con casi un metro de diámetro, fundida en Loiret de Francia. La buena calidad de los materiales utilizados hace que tenga un sonido muy particular y potente.