Uno de los lugares que quería conocer un pequeño pueblo en el medio del campo, ubicado en el partido de 3 Arroyos, a unos 15 kilómetros de la ciudad.
Lástima que el día haya estado nublado, por momentos lloviznaba, pero cuando uno viaja no puede elegir el clima. igualmente el gris plomo del cielo le da un toque particular al lugar. como mas triste, abandonado e imaginar como la gente puede vivir en estos lugares, para muchos puede ser deprimente, pero creo que si sos feliz, no importa el lugar.
San Mayol es un típico pueblo de la llanura pampeana, surgido en torno al ferrocarril. Su fundación se dio con el paso del primer tren.
La historia del pueblo está muy vinculada a la familia que donó las tierras para el paso del ferrocarril. Desde sus orígenes, miembros de la familia han vivido y proyectado su actividad económica en el pueblo y la región, y aún hoy sus descendientes habitan en la zona.
Lo que convierte a San Mayol en un pueblo único, a pesar de su origen común con el resto de los pueblos de la provincia, es sin dudas su estilo arquitectónico. Quien visita San Mayol queda asombrado al encontrar edificaciones de la primera mitad del Siglo XX, aún en pie, con un marcado estilo europeo, distribuidas en menos de 10 manzanas, que es la extensión total.
Los campos de Mayol se fueron poblando con arrendatarios que llegaban desde Italia, Dinamarca y Holanda, escapando de la grave crisis que asolaba a Europa. Con el trazado de la línea ferroviaria que unía Lobería con Tres Arroyos, San Mayol comenzó a ser el centro de encuentro de los campesinos a los que se sumaron los pasajeros que llegaban en el tren.
Desde 1919, el ingeniero civil Julio Argentino Jorge Mayol, uno de los hijos de don Felipe, comenzó a administrar los campos que su padre poseía en la pampa bonaerense y se convirtió en el urbanista por excelencia de San Mayol.
Construyó el hotel, unas casas que el trazado de la calle hizo que quedaran al revés y la imponente Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, a pedido de su madre, que contiene en el interior la figura de un Cristo tallado en madera, traída especialmente desde París.
Don Felipe murió en 1926 y sus campos se repartieron entre sus herederos. Así llegó a San Mayol, Francisco de Masferrer, que mandó a edificar un caserío igual a los que escoltan las callejuelas de Cataluña, con balcones de hierro forjado y glorietas sobre sus techos. Aquí vivieron varias familias, estaba la sede del Club Social y Deportivo San Mayol y funcionaba la Salita de Primeros Auxilios.
El lugar se fue poblando y en 1947 llegó a tener 263 habitantes, dos hoteles, clubes, la Cooperativa Agrícola San Mayol, el almacén de ramos generales Tavelli, escuela, teléfonos y hasta surtidores de nafta.
Los bailes eran famosos y nunca faltaba la excusa de recaudar fondos para la cooperadora del colegio, del jardín de infantes, del club o del equipo de fútbol. Alrededor de la cancha se reunían automóviles que llegaban a alentar a los jugadores locales o visitantes y el partido era una fiesta.
Pero desde que la estación de ferrocarril desapareció, las calles de San Mayol están solitarias y las ovejas pastan alrededor de la Iglesia, sobre las vías y en las esquinas; es que ya ni carnicerías hay.
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