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martes, 10 de octubre de 2023

El otro valle de General Roca, Rio Negro, El Valle de la Luna Amarillo

Si vas en auto por la Ruta Nacional 22 y tomás la Ruta Provincial 6 en la rotonda, a partir de ahí son unos 10 kilómetros.


Una vez que cruzás el puente, a unos 200 metros a la izquierda encontrás el acceso y hacés aproximadamente un kilómetro por un camino de tierra hasta llegar al camping del Náutico. Ahí podés estacionar.






Punto de partida

Lo que sigue es el comienzo de un trekking costero que no vas a olvidar.

A orillas del río Negro, el más caudaloso de la Patagonia, vas caminando en sentido este y descubriendo a cada paso un mundo de contrastes.

De un lado, por el que avanzás, la aridez, las bardas, la tierra, la vegetación que le pelea a la escasez de agua en la meseta.

Del otro lado del río, el verde de las chacras, los álamos, los frutales, la humareda de un asadito tentador.


A unos 500 metros de arrancar, encontrás la laguna y el bosque de tamariscos.

Seguís costeando el río y unos 1.500 metros después podés entrar al Valle de la Luna Amarillo a través de los senderos e internándote después en los cañadones arenosos, con cuestas y declives, entre los ecos de las pisadas de los dinosaurios.











Entre alpatacos y jarillas

Arriba siguen las sorpresas. Por ejemplo, con la vegetación, que muestra otra cara después de las últimas lluvias.

Así, se suceden jarillas, alpatacos, matacebos y coirones, entre muchas otras variedades que le dan vida a esas rocas sedimentarias de diferentes eras.

Como suelen explicar los guías en los paseos que organiza la Municipalidad, tienen origen en el período Cretácico de la era Mesozoica (120 millones de años) y en la era Cenozoica (55 millones de años en adelante).







Hallazgos

Muchos caminan sin levantar demasiado la vista del suelo, donde los más afortunados han encontrado invertebrados fósiles de origen marino como almejas, caracoles, corales, dientes de tiburones y cangrejos de cuando el mar avanzó sobre esta zona del norte de la Patagonia.

Aves

Todo el trekking ocurre bajo la atenta mirada de los jotes y las águilas moras que sobrevuelan curiosas, entre otras especies que deleitan a la cada vez más nutrida legión de avistadores de aves. Podés ver también caranchos, tijeretas, golondrinas, perdices y gran variedad de aves acuáticas, como las garzas ( mora y blanca) y diversas especies de pato. Prohibido olvidarse la cámara de fotos.

Mientras avanzás, te cruzás con grupos que recorren el lugar en bicicleta (es recomendable tener conocimientos básicos de moutain bike para aventurarse en los circuitos más exigentes) o de trekking. Después de la recorrida por el Valle de la Luna Amarillo, te proponemos que vuelvas a acercarte al río y que desde ahí regreses al punto de partida. Ida y vuelta, son en total unos 5 kilómetros en el tiempo y la velocidad que decidas, para un paseo inolvidable.







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