En este lugar del Valle de Paravachasca se respira aire serrano y se disfruta por completo alrededor del río Anisacate. Especial para disfrutar en familia por la tranquilidad de su entorno, cuenta con numerosas bajadas al río y sectores de baja profundidad para los niños. Sobre sus dos kilómetros de costas, antes y después de pasar el puente, se encuentran una serie de balnearios imperdibles que cuentan con asadores, mesas y sillas. Además de los chapuzones en verano o el descanso en cualquier época del año, Anisacate es elegida por ofrecer paisajes perfectos para realizar caminatas.
A la vez, quien desee deportes náuticos puede agregar a la escapada una visita al dique y embalse Los Molinos, a sólo media hora.
Anisacate resguarda más de un tesoro religioso. La Capilla Ortodoxa Rusa San Nicolás de Bari, con su estilo ruso bizantino, resalta como una de las pocas construcciones con tales características, no sólo de Córdoba, si no del país. Por otro lado, la iglesia Sagrado Corazón de Jesús, sobre la RP 5, es otra de las paradas obligatorias.
La capilla Ortodoxa Rusa, San Nicolás de Bari, particular en su estilo y estructura. Esta es una de las pocas construcciones con tales características en el Valle de Paravachasca y en el país. Además, entre sus particularidades, destaca por rendirle homenaje a este obispo santo.
Si bien fue construida por el arquitecto Eugenio Spridinov hace más de un siglo, fue inaugurada en 1956. Hoy, forma parte de uno de los puntos imperdibles para conocer en Anisacate.
Tanto en su cúpula como en su interior, resalta su estilo ruso bizantino que conserva la influencia milenaria del Imperio Romano de Oriente. Un dato curioso: como el credo Ortodoxo rechaza las imágenes tridimensionales, en su interior abundan pinturas y murales creados con pequeños mosaicos de colores.
Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús
Se inauguró en 1941, año en el cual el padre Blas bendijo la piedra fundamental. Esta iglesia se convirtió en parroquia en el 2012 y actualmente abarca toda la zona de Paravachasca y es considerada como la puerta del Valle de Paravachasca.
El terreno fue donado por la familia Blas que junto con los salesianos participaron en su construcción. Los vecinos de Anisacate también colaboraron realizando rifas, kermeses y entre otras actividades para recaudar fondos.
Sus paredes fueron construidas con ladrillos de 45 centímetros y un techo de losa adornado con pilares de madera y tejas en la parte superior.
“La negrita Oviedo” vivía en la casa detrás de la iglesia y fue la primera persona en ver su construcción y en tener una llave. Para los pobladores, ella es una fuente de historia de esta Parroquia.
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