Bordenave, típico pueblo de campo, Buenos Aires

 

Bordenave es una localidad del sur-oeste de la provincia de Buenos Aires y pertenece al partido de Puán. Y se encuentra sobre la ruta provincial nº 67, a pocos kilçometros del límite con La Pampa.

El 10 de noviembre de 1906 el Gobierno provincial aprobó los planos de lo que sería Bordenave, tres meses después se habilitó la estación ferroviaria, y el 18 de mayo siguiente se hizo el primer remate de lotes que poseía Juan Bautista Bordenave.

A partir de ese momento comienza la vida comunitaria de esta localidad rural que actualmente muestra el paso de un siglo transcurrido desde su fundación, a través de distintos estilos arquitectónicos y la calidez de su gente. Bordenave, al igual que las restantes localidades de este distrito, posee una gran actividad gracias a sus entidades intermedias que día a día plasman en hechos sus proyectos.

La localidad de Bordenave se encuentra en un punto estratégico del distrito, con conexión directa hacia varias de las localidades del distrito, entre ellas las más importantes en cantidad de habitantes y por sus actividades administrativas y comerciales, Puan y Darregueira. Bordenave. Partido de Puan. Cuenta con 824 hab. según censo 2001, es un típico pueblo del interior, ordenado, tranquilo agradable a los ojos del Mauro Rueda donde se puede apreciar la amabilidad de la gente. Cuenta con varios espacios dignos de ser visitados, entre ellos la Pulpería, el Paseo de los Caldenes, la plazoleta Bautista Bordenave y la Capilla San Antonio, entre otras también se encuentra el PARAJE EL PINCEN: Ubicado a 14 km al este de Bordenave.

Un lugar interesante para visitar es la Capilla San José, con una construcción en ladrillo y un llamativo Via Crusis en el frente.

Otro lugar obligado para conocer es la pulpería, se encuentra en un muy buen estado, lástima que se encontraba cerrado a la hora que fuimos a visitarla.

Otro aspecto muy lindo, pero a la vez triste son sus casas antiguas, muchas de ellas en estado de abandono, sin estar habitadas, aunque bien conservadas. Vale la pena entrar a recorrer el pueblo, sus calles, gente muy amable y dispuestas a dialogar y contarte sobre su historia.