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sábado, 6 de mayo de 2023

La obra de Salamone en Pelegrini, plena Pampa Bonaerense

 Un pueblo “de frontera”, con el sello del palacio municipal del arquitecto Salamone.

Pellegrini es un pueblo discreto y tranquilo que está en el oeste de la provincia de Buenos Aires, y a 150 kilómetros de Santa Rosa, la capital de La Pampa. Mucha gente pasa por aquí cuando viaja desde Buenos Aires a Bariloche por la Ruta Nacional 5: seguramente no se imaginan que si dejan la ruta y entran en Pellegrini se encontrarían con una sorpresa. Porque en Pellegrini, aunque es poco sabido, se encuentra una de las obras más importantes del arquitecto Francisco Salamone.





Salamone era un arquitecto ítalo-argentino que comenzó su carrera en Córdoba, en Villa María, y después, entre 1935 y 1940, construyó más de 60 edificios en 25 municipios de la provincia de Buenos Aires. Son siempre de obras monumentales como cementerios, mataderos e incluso las sedes municipales, donde diseñaba hasta los muebles. Las obras de la Ruta de Salamone durante mucho tiempo estuvieron olvidadas y se fueron deteriorando, pero hace algunos años empezaron a recuperar su valor y ahora el circuito es muy visitado por turistas y estudiantes de diseño y arquitectura. Hay obras de Salamone en lugares como Carhué y Epecuén, la famosa ciudad sumergida por una gran inundación en los años 80, pero también en Azul, en Laprida, en Saldungaray, en Alberti y en Pellegrini.










El objetivo de la arquitectura de Salamone es bien claro en un edificio como este: las torres municipales, en Pellegrini como en otros pueblos, sobresalen en el horizonte y remarcan el poder del Estado por sobre la Iglesia. En el caso de Pellegrini, la torre de la iglesia es más baja que el municipio, y además ni siquiera existía cuando se hizo el edificio de Salamone. Un edificio que además tiene una particularidad: es el único que tiene dos relojes en la torre, uno de cada lado.

El municipio se puede visitar y adentro se ven también todos los muebles diseñados por Salamone, en su estado original. Además el arquitecto diseñó la plaza, las baldosas, los canteros y el código de colores: el granito verde al entrar en el municipio representa el libre acceso de los ciudadanos al Estado, mientras las escaleras son negras y advierten sobre el peligro.








Además del municipio, Salamone construyó un Matadero en Pellegrini, pero solamente queda visible la torre de agua. Si uno viene a visitar el lugar, hay que irse también hasta un pueblito cercano, tan chico que solo tiene 130 habitantes y todos son de origen correntino: el pueblo se llama Bocavuya y dicen que tiene… “seis tesoros”. Los tesoros son del Museo de los Pioneros, el Rincón de los Mugidos, la Capilla Nuestra Señora de Fátima, el homenaje al Gauchito Gil, la Cruz de los Médanos y la Plaza Juana Bordoy. Esta plaza lleva el nombre de la famosa “Juanita”, que fue durante años ayudante de Doña Petrona.

Desde el aeródromo de Pellegrini se pueden hacer bautismos de vuelo para conocer toda la región desde arriba. Pero además hay que conocer la historia de Pablo Libossart, que construyó el primer avión argentino. Libossart era un francés que vivía en la zona y se compró un kit, que hizo venir de Francia, para construirse él mismo un avión: como no le funcionó, se puso manos a la obra y se construyó el primer avión fabricado en Argentina: era de madera, cuero y tela. Tenía el hangar en una estancia de la zona y volaba con dificultad, porque tenía un motor de muy poca potencia, pero durante dos años le permitió a Libossart ir y venir al campo de un amigo, hasta que en 1913 tuvo un accidente fatal. En la entrada del aeródromo, hay una réplica del avión de Libossart hecha en hierro por la escultora Mary Perretti.



El edificio de la Sociedad Italiana, otra de las joyas arquitectónicas de Pellegrini.
 

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