Buscando un lugar para disfrutar del atardecer, la tranquilidad y unos mates, encontre al costado del acceso por la RP14 a Toay un lugar plagados de álamos en fila que en esta época del año nos regala un colorido incréible.
Del lado oeste se dibiza un pequeño cuenco de agua y un bosque de caldenes y chañares. Cruzar el alambrado e iniciar una caminata entre medio de los caldenes, el colorido del lugar, con las nubes haciendo un contraste. Mucho olor a flores silvestres invaden por momentos, haciendo mucho mas agradable recorrerlo. Innumerables cuevas de vizcachas (vizcacheras), no pude ver ninguna, solo algunos caballos a lo lejos y vacas, un camino serpentea entre el bosque, dando mayor encanto.
La tarde hermosa, sin viento y con el sol de otoño que nos regala los últimos calorcitos de esta época del año. Sigo caminado y me encuentro con una especie de cañal o cañadón, tal vez hecho por el dueño de estos campos, para que el ganado se junte ahí a tomar agua despues de alguna lluvia.
La Pampa, no tendrá la belleza de otras provincias, pero los campos, la llanura, los atardeceres también tienen sus encantos y belleza.
Sigo caminando y llego al pequeño cuenco de agua, que por cierto está plagado de moscitos y otros insectos pero esos reflejos del sol le dan su encanto. La paz, que se siente es increíble y solo resta esperar que caiga la tarde, sentarse y quedar a contemplarla. Recargar pilas para empezar la semana de trabajo y la rutina diaria.
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