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jueves, 12 de septiembre de 2019

Una joyita de Buenos Aires, La Casa Minima, San Telmo

A veces nos quejamos de la falta de espacio de nuestros departamentos y soñamos con tener una casita… ¿o no? En el barrio de San Telmo, sobre el pasaje San Lorenzo puerta número 380, hay una casa con un tamaño que compite con el de un placard.


Es la Casa Mínima.

Mide sólo 2,5 metros de frente y 13 metros de profundidad. Sobre la fachada angostísima tiene una puertita de madera pintada de verde con una tranca de hierro, sobre la puerta asoma un balcón con barrotes y entre los dos, un farolito. El revoque descascarado revela en algunos sectores el alma de ladrillos de su construcción original.






El 25 de Mayo de 1812, el Triunvirato decretó la prohibición del comercio de esclavos dentro del territorio de las Provincias Unidas. El 31 de enero de 1813 la Asamblea del Año XIII decretó la Ley de Libertad de Vientres. Los esclavos accederían a la libertad cuando contrajeran matrimonio, o a la edad de 20 años los varones ó 16 las mujeres y se les otorgarían instrumentos de trabajo. La abolición de la esclavitud recién se declaró en la Constitución Nacional de 1853, pero en Buenos Aires no fue sino hasta 1861 que se instrumentó, cuando la ciudad suscribió a la reforma de la Constitución promulgada en Santa Fe por la Convención Provincial un año antes.

Todos estos esclavos debieron buscar un lugar donde vivir y era muy frecuente que sus antiguos amos les proporcionaran pequeñas porciones de sus terrenos para que levantaran sus casas. Generalmente, con la muerte del esclavo liberto, estas parcelas volvían a sus anteriores dueños.




Según la leyenda, un esclavo liberto de Urquiza, recibió esta casa en 1813. Investigando en los papeles de Catastro, el arquitecto José María Peña, director del Museo de la Ciudad, tiene una versión diferente. Encontró en un catastro de 1860, donde se señalan las dimensiones de los lotes, que el terreno perteneciente a la casa mínima era una propiedad que tenía 16 metros de frente con 17 de fondo. Es por esto que Peña tiende a pensar que en sucesivas divisiones del terreno quedó un lote de menos de 2 metros y medio de ancho, en el que hoy sobrevive la casa mínima.

Esta revisión del arquitecto Peña destroza la teoría del esclavo liberto. Pero, seguramente, hubo en Buenos Aires muchísimas casas mínimas que fueron desapareciendo a medida que los libertos morían y los propietarios originales recuperaban el dominio de la propiedad.

Esta casita nos recuerda esos tiempos.

San Telmo tiene una fuerte raíz afroamericana que se asoma en sus candombes y murgas y también, claro, en viejas leyendas como la de la Casa Mínima.




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