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viernes, 18 de enero de 2019

Historias para contar, en Las Grutas

«Zuncho Negro», Las Grutas

Cuando viajar no es solo conocer un lugar, su paisaje su naturaleza, ir de compras o desgustar una comida, es conocer historias, a su gente, recorrer otros sectores que el turista visita, ponerse en la persona que vive, trabaja en este lugar, sin penssr en las personas que llegan cada temporada



“Zuncho Negro” en las cercanías de “El Fuerte”, un paraje inhóspito situado a unos treinta kilómetros al sur del balneario Las Grutas.




El trabajo de pulpero es de las actividades extractivas más tradicionales de esta zona del país y, sin dudas, la más sorprendente, por su simpleza, a la hora de observarla. Un oficio en franca extinción que supo de mejores épocas, actualmente reducido a un grupo marginal que tiene en esta actividad un medio de vida en los meses de verano, cuando turistas de todo el país colman esas bellas playas de aguas cálidas y transparentes a orillas del Golfo San Matías.




Durante el resto del año, sólo un puñado de pulperos desafía al invierno patagónico trabajando de lo que siempre hicieron, y entre ellos está Zuncho: que lo hace desde que era un niño de nueve años dando sus primeras estocadas, aprendidas de sus padres.
Hoy, con sus sesenta y cinco a cuestas y el deterioro inexorable que marca el paso del tiempo, un poco más lento, más serio tal vez y mucho más experimentado, Zuncho sigue siendo por lejos el mejor de los pulperos; depositario orgulloso de una estirpe que seguramente en unos años será sólo una leyenda más de las tantas que enriquecen a este viejo pueblo de pescadores y ferroviarios, que hoy se debate entre su rica historia y los nuevos desafíos y amenazas que plantea la “industria” turística y su ejército de consumidores compulsivos Zuncho no habla mucho, responde a mis inquietudes de la manera más austera que se pueda, dentro del espacio preciso de la cortesía y la buena educación. Aunque, a decir verdad, tampoco hay muchas cosas que me interese preguntarle: la vida de un pulpero no parece ser de las más apasionantes y su verdadera magia reside en la acción, en verlo deslizarse por entre la marisma sin enturbiar las aguas, en la fascinación que produce ser testigo de la mimetización del hombre y la naturaleza. En ver a un depredador tope respetando hasta el límite de la reverencia a las aguas que lo vieron nacer y lo premiaron con su riqueza. ¿Qué más puede ofrecer un simple pulpero? ¡Que menos! Tal vez el mayor desafío que este viejo sabio me plantee, es el de estar a la altura, como fotógrafo turista, de poder reflejar la simpleza de su arte con la humildad de mi aficion por las fotos.




Un pulpero responsable vuelve a poner cada piedra en su posición original luego de extraer de ella algún pulpito; así, lo más probable es que durante la próxima marea esta piedra vuelva a premiarlo.

• Desde siempre y hasta hace dos años, Zuncho pescaba regularmente unos veinte kilos de pulpo por marea. En los últimos dos años raramente supera los diez kilos. Lo único nuevo que ocurrió en ese tiempo en las cercanías del lugar es la puesta en marcha de la planta industrial de Alpat S.A., emprendimiento que se sospecha generaría la contaminación culpable de estos y otros cambios muy notorios en la biodiversidad tan rica de la bahía.

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