"Nuestro Destino De Viaje Nunca Es Un Lugar, Sino Una Nueva Forma De Ver Las Cosas.!

viernes, 26 de julio de 2019

Ruta Nacional 154, entre pastizales y Caldenes


Podríamos decir que estamos en el centro de Argentina. Hay llanura, sierras, mesetas y valles. Es reconocidos por sus pastizales. Quienes la conocen quedan fascinados por los atardeceres y los colores rosados y anaranjados que se contrastan con el verde de los campos y los caldenes. 


Quien manda aquí es el ciervo colorado, que durante la época de brama, se asoma en el monte para exhibir su imponente silueta.

¡CLARO! LA FOTO QUE ESTÁS VIENDO CORRESPONDE A LOS CAMPOS A LA VERA DE LA RUTA 154 UNOS 50 KM ANTES DE LA ADELA EN EL DEPARTAMENTO DE CALEU CALEU, EN LA PAMPA.

martes, 23 de julio de 2019

El Castillo San Francisco en Rauch, Buenos Aires

Egaña y sus fantasmas  

Para los amantes de los lugares abandonados y con historia, cerca de Rauch se levanta el Castillo de Egaña. Un pasado de lujo, muerte y mitos se transformó con el tiempo en un espacio de encuentro, entre paredes derruidas, sombras del lujo de antaño y el recuerdo de viejas rivalidades


Vista de cierta forma, la provincia de Buenos Aires es una especie de sembradío ideal para los interesados en las construcciones abandonadas y con cierto halo de misterio. Símbolos de días de gloria del pasado, que ahora apenas si logran mantener sus paredes en vertical. La lista va desde hoteles pomposos como el incendiado Club Hotel de la Ventana, en Villa Ventana, hasta el Boulevard Atlántico en Mar del Sur; o desde el castillo de la Amistad en Chascomús hasta el palacio San Souci, de Tandil. Una lista que sigue y se multiplica por cada rumbo que decidamos tomar.

En esa tensión infinita entre el olvido y el intento de rescate, en este trazado de viejos lujos decadentes de comienzos del siglo XX, la localidad de Rauch –a 270 kilómetros de Buenos Aires y camino a Tandil– atesora al Castillo San Francisco: una construcción ecléctica desde su arquitectura, a la vez magnética y misteriosa, en medio de un monte que la mantiene oculta hasta casi el momento en que se está frente a ella. Y detrás de esa primera vista, se abre un viaje a la historia y el mito en apenas una tarde de recorrida.




Abandonada hace años, la señorial mansión San Francisco se levanta en Egaña, un pueblo rural del partido de Rauch. Fue construida entre 1918 y 1930 y tenía 77 habitaciones, 14 baños, dos cocinas, mirador, terraza, balcones y un taller de carpintería.




Un halo de misterio y leyenda rodea el rincón más perturbador del partido de Rauch. En el paraje rural Egaña, a 25 kilómetros hacia el sur de la localidad cabecera, las tres plantas del castillo San Francisco se levantan como el testimonio de una lejana época de esplendor en la pampa húmeda.

Construida entre 1918 y 1930 por el arquitecto Eugenio Díaz Vélez con materiales transportados desde Buenos Aires y Europa, esta mansión de líneas eclécticas conserva el diseño de sus 77 habitaciones, catorce baños, dos cocinas, galerías, terraza, mirador, balcones y hasta un taller de carpintería. Alrededor florece el parque delineado por el reconocido paisajista Carlos Thays.





Poco después del fallecimiento del dueño antes de la inauguración, la finca fue administrada por su hija María Eugenia. Pero con el cambio de manos arrancó el proceso de decadencia y deterioro de las instalaciones, hasta que una ley sancionada en 1960 ordenó expropiar y transferir la propiedad al Ministerio de Asuntos Agrarios de la Provincia de Buenos Aires.

En los años 60 y 70, el majestuoso edificio de San Francisco se transformó sucesivamente en hogar y granja del Consejo General de la Minoridad y en reformatorio, los pasos que precedieron a al abandono. En la actualidad, las paredes derruidas pasaron a ser un lugar de encuentro de turistas y curiosos, en medio de un grueso manto vegetal con más de 80 especies de árboles.




Los fines de semana y feriados entre las 10 y las 20, los visitantes suelen pasar largos ratos de reflexión y charla en el patio interno del castillo, donde funciona una casa de té, dulces y tortas caseras, un espacio reservado para la lectura y salas reacondicionadas para exposiciones itinerantes de artes plásticas y muestras de fotografía. Este gigante de piedra oculto en medio de la llanura pampeana también se presta para los paseos en bicicleta, salidas guiadas de senderismo y safaris fotográficos.

La recuperación de algunos sectores del castillo se debe a las iniciativas de la Dirección Municipal de Turismo de Rauch y el grupo de vecinos Por la Reconstrucción del Castillo, autoconvocados en 2010. Las leyendas que sobrevuelan cada rincón del castillo se entrecruzan con otro de los atractivos imperdibles que ofrece Rauch en la cabecera del distrito





Sin lugar a dudas un lugar para visitar, si estas cerca de Tandil, Azul o Olavarria.


jueves, 18 de julio de 2019

Capilla de Piedra, Puelches

Seguramente has oido hablar de esta localidad de La Pampa sobre a ruta 152 pero tal vez no conoces la historia de su peculiar capilla. 

Fue inagurada en el año 1963. Para su construccion , colaboraron vecinos de Puelches y General Acha. Su frente esta construido con piedras del lugar, las cuales son de un color verdoso ya que hay cobre en pequeñas cantidades y cuando este se oxida, la piedra toma ese color.
Las piedras fueron extraidas de las mina jesúiticas de Lihue Calel.


Esas minas de cobre estan en el Ejido Municipal de Puelches, aunque se encuentran en el Departamento de Lihuel Calel. Yendo por la RN 152, a unos 18 km del Parque Nacional y a unos 15 de Puelches, se encuentra la entrada a un campo en donde se encuentran. Las minas estan a unos 5 km de la ruta. El campo, precisamente se llama " Las Minas ", Para los que conocen la zona, es justo en la interceccion de la RP 15 y la ruta mencionada, del lado izquierdo yendo hacia Puelches. Pertenecia a la familia de don Francisco Villa, hasta hace muy pocos años. 
En General Acha hay varios de sus descendientes.Las minas son pozos, en linea vertical, algunos existen actualmente . Se ven vestigios de las casas construidas con piedras del lugar, donde habitaban los mineros. Fueron descubiertas por los Jesuitas en viaje hacia o desde Chile y las exploto el sr Sepulveda de esa nacionalidad. Hasta no hace muchos años, mirando hacia el sur-este de las mismas, se podia apreciar sobre el monte de jarilla, la picada por donde transitaban los carros cargados con el mineral,



Otro lugar interesante pueden ser las Salinas San Maximo, hubicadas al sur de Puelches a unos 40 km.



viernes, 12 de julio de 2019

EL BOSQUE DE CALDEN PAMPEANO


El caldén es endémico de la República Argentina y único en el mundo. Originalmente, el bosque de caldén se extendía desde el centro y sur de San Luis, sudoeste de Córdoba y centro sur de La Pampa hasta el sur de Buenos Aires y el noreste de Río Negro.  

El bosque de caldén pampeano integra la Provincia Fitogeográfica del Espinal. Recibe esa denominación porque la especie dominante y primordial recurso autóctono del hábitat es el caldén. 





El caldén es un símbolo de la geografía cultural pampeana. Considerado patrimonio natural en La Pampa, está íntimamente ligado a la fisonomía y la historia de la provincia. El escudo de La Pampa tiene un caldén sobre fondo azul en su campo superior. Se le ha rendido homenaje en poesías y canciones. En La Pampa da nombre a hoteles, restaurants, radios, estancias, agencias de viajes, y hasta portales de internet.



El caldén era el principal recurso forestal de La Pampa, a punto tal que a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, su explotación dio lugar a la fundación de varios pueblos como Quehué (cuyo primer nombre fue Caldén), Conhelo, Rucanelo, Telén, y Loventué, entre otros. Solía ser el combustible para las panaderías y las calderas de las locomotoras cuando el carbón inglés escaseó durante la Primera Guerra Mundial. Según la revista "Caras y Caretas" de 1906, 140 vagones cargados de leña de caldén (1.400.000 kilogramos) partían todas las semanas desde Toay, Santa Rosa, Rancul y otras localidades pampeanas.



Fotos tomadas sobre RP 9 en cercanías de la localidad de Quehuè.


miércoles, 10 de julio de 2019

Tigre. Museo del Arte



Hacia finales del siglo XIX, la localidad de Tigre, ubicada a pocos kilómetros al norte de la ciudad de Buenos Aires y sobre el delta del río Paraná, era lugar de veraneo, sitio de práctica de deportes náuticos y cita de moda para la clase alta de entonces, élite que gobernaría por sí misma la Argentina hasta mediados del siglo siguiente.




Sin embargo, la zona carecía de un hotel de categoría que pudiera dar estadía adecuada a la aristocracia porteña y a cierto sector de la clase media acomodada que comenzaba a emerger a partir del modelo agroexportador dominante –como ahora, vale advertir– y que tenía su centro neurálgico en el puerto de Buenos Aires.





Nacida de un grupo de hombres que habitualmente practicaban remo en el lugar, la idea de construir un hotel comenzó con la búsqueda del predio adecuado, eligiéndose uno ubicado en las márgenes del río Luján. El diseño del edificio estuvo a cargo del ingeniero Emilio Mitre, hijo del presidente Bartolomé Mitre, y su construcción se inició en 1873, inaugurándose formalmente el 12 de febrero de 1890.


Fue en 1912 que, junto al hotel, se inauguraba el centro lúdico, social y cultural que lo complementaría: el Tigre Club, un bello ejemplo de la heterogénea ‘belle epoque’ argentina cuya construcción estuvo bajo la dirección de los arquitectos franceses Louis Dubois y Paul Pater, con financiación de quienes hicieran lo propio con el hotel lindero: Ernesto Tornquist, Luis García y el mencionado Mitre.







Su objetivo era fomentar el esparcimiento y el trato entre los habitués del hotel y de la zona, que ya contaba con magníficas mansiones y palacetes; especialmente con el casino de la planta baja y su majestuoso salón de baile oval en la planta alta. Los imponentes conciertos así como las fiestas de fin de año y de carnavales eran citas obligadas incluso para personalidades e intelectuales como Rubén Darío, quien allí escribió su poema ‘Divagaciones

Cuatro años después de la inauguración del Club, el tren eléctrico llegaba a Tigre para dar nuevo impulso al turismo aristocrático. Hasta entonces, la mayoría de los porteños adinerados llegaba a esa zona en carruajes y en los primeros vehículos a motor, lo que de todos modos llevaba varias horas de viaje debido a cierta precariedad de los caminos.





Durante un par de décadas nada cambió… Pero en 1939, con la decadencia política de la aristocracia ganadera de la Pampa húmeda y tras las consecuencias de la crisis mundial del 30, el Tigre Hotel cerraba definitivamente sus puertas. Un año más tarde, un incendio devoraba la estructura del edificio y sus restos sufrían el abandono, siendo demolidos a principios de la década del 40.







Previamente, una ley de 1933 que prohibía los juegos de azar fue lapidaria y derivó en la decadencia y también el abandono del Tigre Club, que no obstante permanecería en pie y por muchos años sería solo un ruinoso monumento que remitía a la era de esplendor de la oligarquía argentina que, como dijo Domingo Faustino Sarmiento, supo relucir “con olor a bosta de vaca”.

Muchos años más tarde, ya en 1974, la Municipalidad de Tigre expropiaba el edificio del viejo Club, cuya estructura edilicia aún se sostenía más o menos intacta junto al recuerdo sombrío del desaparecido hotel homónimo. Pero será recién en 2006 y tras muchos reacondicionamientos cuando, finalmente, es inaugurado el actual Museo de Arte de Tigre










San Telmo: un barrio a pura historia, arquitectura y tango


San Telmo es uno de los barrios más antiguos de Buenos Aires. Debido a esta característica, acumula una gran cantidad de edificios emblemáticos de la identidad arquitectónica porteña, entregándonos en cada calle una nueva propuesta de alto valor estético. Al mismo tiempo, es una zona con un toque romántico, bohemio y especial, en la cual el tango brilla con luz propia. Conocemos a continuación un poco más de la cultura de San Telmo y hacemos un breve recorrido por sus construcciones más destacadas.



Las edificaciones de San Telmo se corresponden con distintas etapas de la arquitectura de Buenos Aires, porque al ser un barrio con tantos años de historia se han superpuesto estilos y tendencias de distintas épocas. Sin embargo, prevalecen varias construcciones antiguas que le otorgan un aire único al barrio, en una extraña y sugerente mezcla de espíritu colonial y europeo, toques contemporáneos y una dinámica actividad cultural, con variadas alternativas para el público local y para el turismo internacional.















Precisamente pensando en ese turista foráneo es que la noche mantiene una dinámica actividad en este barrio, con propuestas que incluyen desde una cena show de tango en El Querandi en San Telmo hasta una amplia lista de bares, algunos de ellos con un concepto histórico y rememorando las viejas prácticas porteñas y otros apostando a una idea más actual, como es el caso de los bares temáticos. De una u otra forma, el tango irrumpe con fuerza en las calles de San Telmo, ya sea mediante los locales especializados o a través de talentosos bailarines que muestran sus destrezas en las propias calles del barrio.












Otro punto que destaca en el barrio es la gran cantidad de alternativas gastronómicas. Realmente concentra toda clase restaurantes, bodegones y espacios de comida temática, en una amplia diversidad de posibilidades, que se adapta a todos los gustos y bolsillos. Al mismo tiempo, centros culturales y museos enriquecen la oferta cultural, dejando en claro por qué San Telmo se encuentra a la altura del refinado gusto del turista europeo, uno de sus visitantes más asiduos.

Como decíamos anteriormente, el tango se hace presente en la zona de San Telmo. Una propuesta interesante es el llamado restaurante de tango, una clase de local gastronómico que ofrece platos específicos y, al mismo tiempo, una alternativa cultural protagonizada por un show de tango. Por supuesto, esta clase de restaurantes son uno de los preferidos del turismo internacional.











La arquitectura de San Telmo

Volviendo a las características arquitectónicas de San Telmo, realizamos un breve recorrido por algunos de sus edificios más representativos:

Manzana de las Luces. Se localiza en calle Perú 272, siendo una herencia directa del pasado jesuita de Buenos Aires, y abarca la manzana que incluye a las arterias Alsina, Moreno, Bolívar y Perú. Los primeros edificios de la zona habrían sido construidos sobre 1767 por los jesuitas, incluyendo la sorprendente red de túneles que se localiza en el interior de la manzana.

Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. Ubicado en San Juan 350, fue edificado en 1918. La fachada presenta características neorrenacentistas.

Iglesia Nuestra Señora de Belén. Se localiza en Humberto Primo 340, y fue declarada como Monumento Histórico Nacional. Es uno de los edificios religiosos más antiguos de la ciudad, habiendo sido inaugurado en 1876. Una fachada ecléctica, con detalles del neocolonial barroco, caracteriza al edificio.

Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires. Se encuentra en San Juan 328, siendo una de las construcciones modernas que marcan una diferencia más notable con el estilo antiguo que caracteriza a San Telmo. Fue inaugurado en 2012, con una estructura de caja transparente y fachada vidriada que intenta una integración con el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires.