Los pueblos de La Pampa, no tienen los encantos de esos lugares turísticos, no tienen montañas, ni ríos pero tienen una belleza particular, los solitarios, sus calles prácticamente desiertas a la siesta, sus campos, los molinos, sus amaneceres y puestas de sol.
Esta localidad debe su nombre a la abundancia de garzas amarillas llamadas mirasoles.